viernes, 17 de junio de 2011

Conferencia: El Maestro de Profesión y de Grado

Nota: Es una conferencia que impartí en el mes de mayo del presente año en la Unidad 153 de la Universidad Pedagógica Nacional. Es un ensayo en el cual pretendí analizar el perfil del maestro de profesión y el grado de maestro recuperando desde mi experiencia las ausencias y presencias formativas de ellos. 

Reflexiones acerca de la formación docente en la educación básica mexicana

Palabras iniciales
Buenas tardes
Es un gusto estar con ustedes aquí. Agradezco la recepción del Director de esta institución así como también al personal por las atenciones a un servidor. De igual manera a quien me invitó directamente. El es el culpable de mi presencia el día de hoy. Tuvimos la oportunidad de conversar recientemente en un evento de presentación del libro de un amigo en común. Días después, coincidimos de nueva cuenta, ahora en Toluca, por una petición formulada de parte mía hacia él. Intercambiamos ideas sobre sus expectativas sobre esta charla. Espero cumplirlas.

Por encima de todo y de todos, mi deseo es no desencantarlos a ustedes. En la preparación de la plática de hoy estuvieron siempre presentes ustedes. Me preocupé, me desvelé, me ocupé y ahora me “nerviosé”. Confieso que ustedes me imponen y me ponen nervioso por lo tanto les agradezco su paciencia y comprensión. Reflexionaré con ustedes acerca de la formación de los docentes en la educación básica mexicana. Espero transferirles mis angustias al final de mi exposición. Pido su licencia para meterlos en problemas, “emproblemarlos”. Sus  asesores de metodología de la investigación hablan con mayor propiedad y le llaman a esta categoría conceptual problematización. Meterlos en el problema implica la posibilidad de asumirse indiferentes, parte del problema o la solución del mismo. De entrada, ustedes alimentan mi esperanza, una esperanza fundada. O dicho de otra manera, ustedes son la esperanza de una educación de calidad, como hoy se refiere, en muy corto plazo o por lo menos de mejorar los resultados del logro educativo de los alumnos. Lo ideal sería proveerles de las herramientas necesarias para desempeñarse de la mejor forma en la sociedad para adaptarse a ella, preparándola para estadios superiores de desarrollo y participar activamente en su evolución. Problematizarlos significa persuadirlos en la necesidad de la mejora y el cambio. Trepanarles el cráneo para concientizarlos sobre la trascendencia de su labor independientemente de la función (docente, directivo, asesor, investigador incluso funcionario o político) y nivel educativo en donde se desempeñen (en educación básica y en la formación de los cuadros implicados en la operación educativa). Ojalá fuera posible, no me refiero a la trepanación en sí sino al proceso de concientización. Esperar resultados diferentes haciendo lo mismo es lo más cercano a la locura, decía Einstein. En educación, cambiar el chip es insuficiente se necesita también ajustar los mecanismos propios del proceso educativo. Si, quiero desequilibrar su mente y hacer que las ideas les reboten hasta lograr su acomodo. No me lo tomen a mal, es provocador mi planteamiento.

Para empezar, permítanme exponerles mis razones por las cuales acepté esta invitación:
1º Porque un encuentro de esta naturaleza con mis colegas, o séase ustedes, me retroalimenta. Soy orgullosamente de extracción normalista y, por lo tanto, la profesión docente es muy significativa para mí. Cuando escucho comentarios infundados hacia mis compañeros de profesión se me ponen los pelos de punta. Me molestan los prejuicios sobre la responsabilidad casi total y exclusiva de los profesores del fracaso educativo. Me he especializado en el tema y la práctica de la formación de los docentes.
2º Por lo que significa para mí la Universidad Pedagógica Nacional. Mi primera experiencia en educación superior fue en la Unidad 152. También es mi alma mater. En ella obtuve el grado de Maestro en Educación. La UPN me brindó la oportunidad de formarme y desarrollarme como docente e investigador. Retribuir un poco de lo mucho que me ha dado la Universidad Pedagógica Nacional.
3º Por mi credo pedagógico. “Creo en el ser humano, creo en el docente como el profesional y pieza fundamental del entramado educativo y creo en la educación como un medio de transformación social”.

En esta exposición reflexionaré entorno a cuatro tópicos a manera de agenda de trabajo.
Palabras iniciales
1.- El Título de Profesor o Maestro
2.- El Grado de Maestro en Educación
3.- Ausencias y Presencias Formativas de los Maestros de Profesión y de Grado
4.- Ustedes, los Maestros de Profesión y de Grado
Palabras Finales

Sin más preámbulo inicio mi intervención.
I
El Título de Profesor o Maestro
Quien ejerce la profesión docente les conocemos como profesores, maestros, enseñantes. La formación de los docentes en la educación básica mexicana resulta insuficiente para resolver los asuntos inherentes a su práctica. Los avances de la ciencia y la tecnología así lo demandan. Así como también la necesidad de abordar el ejercicio profesional desde otras perspectivas pedagógicas. La formación docente alude a la profesionalización de los profesores (para nuestro caso de educación preescolar, primaria y secundaria). Tengamos presente el devenir histórico del magisterio en México. El magisterio entendido como el ejercicio de la profesión del maestro y para distinguirlo del grado conferido por una institución universitaria, al cual me referiré más adelante, les llamaré los enseñantes, encargados de enseñanza, o simplemente profesor.

Hasta 1983, la tarea de enseñar fue considerada subprofesión. Al término de los estudios preparatorios se obtenía la cédula de Profesor de Educación Primaria o en Educación Preescolar. Estos estudios se cursaban en las escuelas normales. Para el caso de la secundaria se les entregaba la documentación comprobatoria de Profesor de Educación Secundaria con Especialidad en algunas de las disciplinas que se enseñaban en ese nivel. En algunos casos se  anteponía el título de Maestro de Educación Secundaria. Y como verán, la diversidad curricular en la formación del profesorado trajo consigo después una serie de confusiones en los grados académicos obtenidos en las universidades. Maestro a quien cursaba una Maestría, Especialista a quien cursaba una especialización. Se dieron casos tan raros como el de entregar un título de Profesor como Maestro de Secundaria con especialidad en X. De un jalón se convirtieron en profesores, especialistas y maestros sin ser licenciados mucho menos sin haber cursado estudios de maestría. Toda una paradoja. A los profesores no se les otorgaba una licencia para ejercer una profesión y por lo mismo no se les llamaba licenciados sino profesores o maestros. Insisto, Maestros sin haber cursado una licenciatura, sin ser licenciados o sin que el estado les otorgara una licencia para ejercer una profesión y mucho menos una maestría propiamente dicha. A la escuela normal se ingresaba sin cubrir el requisito obligatorio de haber concluido previamente los estudios de bachillerato como ocurría en cualquier otra profesión. Como por ejemplo quienes realizaban estudios universitarios en Pedagogía o en ciertos casos Ciencias de la Educación si eran licenciados en Pedagogía, en Educación o Ciencias de la Educación según fuera el caso. De ahí las distinciones fundamentales en algunas currículas actuales. Licenciado en Pedagogía, Licenciado en Educación, Licenciado en Ciencias de la Educación. Entonces, se los dejo de tarea, ¿cuál es la diferencia entre pedagogía, educación y ciencias de la educación? O, ¿cuáles son las diferencias entre estos profesionistas y los profesores?

A unos se les consideraban educadores y a los otros educólogos. Es inexistente este término en el Diccionario de la Real Academia Española pero con ella me refiero a quienes cursaban aquella licenciatura cuyo objeto de estudio es la educación o las ciencias de la educación. Y, por otra parte, a quienes educaban se les llamaba educadores. Solo que educar en su sentido más amplio no es tarea exclusiva del profesor. Educa la madre, educan los profesores de primaria, secundaria, preparatoria, universidad, incluso los amigos. Se educa en la escuela, en el hogar, en la comunidad. Educar, el acto de educar o mejor dicho el proceso educativo entendido como el desarrollo de las facultades del ser humano, genérica o específica, intencional o no. La escuela fue el espacio natural de la educación formal, sistematizada, proporcionada por el estado (pública). Unos adquieren técnicas de enseñanza para aplicarlas en un proceso educativo formal (los profesores). Otros son los profesionales de la educación (los licenciados) con las distinciones particulares. Algunos autores consideran sinónimos pedagogía y educación. Para otros, la pedagogía es un arte y para otros es una ciencia. Pedagogía y Educación. Pensamiento y acción. Ciencia y Técnica. A los licenciados (pedagogos y educólogos) se les formaba en las áreas científicas que se ocupan de la educación o en las ciencias de la educación y a los otros se les dotaba de un conjunto de procedimientos y recursos para la enseñanza. Las modalidades de titulación para ser profesores y licenciados eran distintas. Los paradigmas y investigación también eran diferentes. Para el caso de los profesores se privilegian los proyectos de intervención social, educativa, comunitaria, escolar o áulica y a los otros con una visión mucho más ortodoxa. Desde ahí pueden entenderse las distantes visiones educativas entre los profesores y los profesionales. Un rasgo distintivo de los profesores mexicanos es su compromiso social, su empatía con las causas populares. Algunos le llamaron la mística magisterial llevando el ejercicio docente una experiencia menos mundana y más cercana a la santidad por sus cualidades personales más allá de lo humano. El reto educativo histórico fue educar a la población mexicana a través de la escolarización. Es decir, se ponderó por encima de todo la cobertura. La masificación de la educación como premisa central. Pasemos al siguiente apartado.

II
El Grado de Maestro en Educación
Al profesionalizarse la profesión docente, al adquirir el rango de licenciado se abrieron nuevos caminos en la formación de los docentes. Es Maestro quien enseña. También es maestro quien obtiene el grado de maestría. El posgrado, nivel educativo más allá de la licenciatura, se conciben a los estudios cursados para especializarse en un área del conocimiento. En muchas profesiones se reconocen dos o quizá tres niveles: la maestría, el doctorado y el postdoctorado. En medicina, adquiere mayor relevancia la especialidad. En Educación, recientemente, la especialización se convierte en un grado precedente de la maestría sin llegar a ser necesariamente obligatorio como si lo es la maestría para el doctorado aunque si es necesario contar con el título de licenciado para acceder a la especialización. Legalmente la especialización no se considera como un postgrado aunque socialmente va en proceso de aceptarse como tal. Si la maestría es una especialización en el área licenciada ¿cuál sería la diferencia entre una especialización-especialización y una maestría especializada en algo? Al final de cuentas ambas son especialidades. O ¿una es especialización y la otra especialidad? ¿y ello no significa lo mismo? ¿o la maestría es un grado de especialización más especializada?  ¿o qué onda? Que alguien me explique, por favor.

Lo abordado en la primera parte de mi exposición tiene estrecha relación con este asunto. Pareciera ser que la Especialidad son estudios propedéuticos que le facilitarán contar con elementos teórico-metodológicos para desempeñarse de una mejor manera en la maestría. Aprendizaje preparatorio para el estudio de un área especializada en educación. Ello significa, pues, reforzar los conocimientos adquiridos en los estudios profesionales lo cual es una aceptación tácita de lo endeble de la formación inicial. Existen maestrías profesionalizantes para poner a tiempo los conocimientos de los docentes. Es decir, desarrollar competencias docentes o hacer mejores docentes a los docentes.

Las hay también, maestrías, con énfasis en la investigación educativa, esto es para investigadores con cierta experiencia. Al menos la realizada para la obtención del título de licenciado y si le agregamos el de la especialización en sí misma porque para obtener el grado de especialista debiera ser un requisito obligado la realización de un trabajo final en donde se ponga en juego sus capacidades heurísticas. Y no vayan a salir con el cuento de algunas modalidades de investigación, para efectos de titulación, en algunas universidades que no demanden un trabajo de investigación como el graduarse por promedio, examen final, o cualquier otra cosa que no implique el desarrollo, aunque sea mínimo e incipiente de una investigación. Y luego criticamos las lagunas u océanos de formación en investigación de los profesores. ¿Y saben por qué? Porque hemos mitificado la investigación y el trabajo del investigador. Le tenemos fobia a la investigación educativa porque nos la pintan como del otro mundo. Así como las matemáticas son el coco de nuestros alumnos de educación básica la investigación educativa lo es para nuestros profesores estudiantes de algún posgrado en lo cual incluyo la misma especialización. El dominio de una segunda lengua como el caso del inglés es otra de nuestras debilidades por eso evitamos cursar posgrados donde sea un requisito indispensable. Algunos profesores establecen como criterio de búsqueda los programas de maestrías e instituciones que no nos dificulten la obtención del grado. La ley del menor esfuerzo. Que lo faciliten, nos lo regalen o nos lo vendan, no le hace, lo importante es obtener un papelito para legitimar, supuestamente, mayor conocimiento. Lo cual, también supuestamente, proporcionaría un estatus laboral, social e incluso profesional superior a los demás. Y porque, también supuestamente, significaría un privilegio y la asunción a una élite profesional. Y cuando nos topamos con estos programas e instituciones SEIEM no autoriza cursarlos porque no se encuentran en el padrón oficial. Eso me lo ha dicho un amigo del primo de mi compadre. Seguro estoy que eso no ocurre aquí. Como dice José Alfredo Jiménez, les diré que llegué de un mundo raro.

En otro sentido, ya no del acceso a estos programas marca patito sino a la conclusión de otros más prestigiados, maestrías profesionalizantes, que nos especializan como maestros (maestro de función y grado) y con ello algunos están en posibilidad de dejar de fungir, o fingir, como docente. Es decir, el maestro se especializa como maestro para dejar de ejercer la docencia. Y, por otra parte, si nos vamos a cursar maestría con énfasis en investigación y, en el mejor de los casos, obtenemos el grado de maestros especializados en investigación educativa y quien nos autorizó y nos financió los estudios no tiene espacio de desarrollo profesional en dicha área. En síntesis, profesores especializados en docencia o en investigación en crisis. Una parte de problema son las ofertas reducidas de posgrados en educación pero también parte del problema está en la selección del posgrado por parte de los profesores porque elegimos áreas en donde no vamos a desarrollarnos profesionalmente. Es primordial elegir el área de mi interés y nada que merezco más pero con esto me conformo. En el doctorado y postdoctorado no ocurre así. Deben demostrar conocimiento y experiencia de investigadores educativos porque el grado se concentra en realizar investigaciones innovadoras tanto en su concepción como en la metodología, en la generación de conocimiento, en el desarrollo de investigaciones básicas o aplicadas. No se detengan, continuen con su formación profesional. Me alegrará mucho saber de ustedes cuando sean doctores y nos quiten la chamba a los funcionarios burócratas responsables directos o indirectos de la situación educativa actual. Bienvenido el relevo generacional necesario. Analicemos ahora, de manera genérica, la formación de los docentes.
III
Ausencias y Presencias Formativas de los Maestros de Profesión y de Grado
¿Qué les enseñan en los posgrados? ¿Que aprenden en los posgrados? Conocimiento especializado. ¿A cambio de qué? ¿Ustedes que aportan? ¿Que esperamos que ustedes hagan con ese conocimiento? Transformarlo. ¿Y cómo? Investigando. Si, ya sé pero ¿cómo se hace? Utilizando metodologías. ¿Y cuál metodología? Hay tantas, pero permítanme retarlos a que encuentren la diferencia entre paradigma, teoría, modelo, metodología, técnica, e instrumentos.

Dicho de otra manera. Los estudios de posgrados subsanarán algunas deficiencias teóricas y metodológicas que su formación, o deformación profesional, ha dejado al descubierto. Pero existen algunas otras que no se las proporcionará ningún estudio formal de licenciatura o posgrado. Por lo mismo expresado al principio del primer apartado de mi exposición. “La formación de los docentes resulta insuficiente para resolver los asuntos inherentes a su práctica. Los avances de la ciencia y la tecnología así lo demandan. Así como también la necesidad de abordar el ejercicio profesional desde otras perspectivas pedagógicas”.

Mi recomendación, si me lo permiten, es la siguiente: el conocimiento puede adquirirse de muchas maneras y en muchos lugares. La divulgación de la ciencia, de los conocimientos de punta, de las tendencias teóricas internacionales se puede accesar por otras vías. Ni las instituciones educativas ni los catedráticos son las únicas fuentes del saber científico. Para suplir la carencia de esas fuentes tan valiosas es necesario emplear las habilidades básicas del pensamiento: analizar, sintetizar, comparar, abstraer, caracterizar, definir, identificar, clasificar, ordenar, generalizar, observar, describir, relatar, ilustrar, valorar, criticar, relacionar, razonar, interpretar, argumentar, explicar, demostrar, aplicar, etc. ¿quieren más o así está bien? Les preguntaré a sus maestros, catedráticos o asesores como andan en estos asuntos. Yo creo que bien… ¿o no es así estimados maestros? 

Las nuevas tendencias en formación de docentes, y de otras áreas, son modelos curriculares a distancia con una plataforma tecnológica, computacional o informática, y, en otros casos, son una mixtura de presencial y a distancia. Cuando son totalmente en línea los estudiantes deben poner en juego sus habilidades del pensamiento porque hay un componente muy fuerte de autoaprendizaje. Cuando son presenciales y se utilizan plataformas tecnológicas y herramientas informáticas en el diseño instruccional se consideran ambientes de aprendizajes mediados por la tecnología. En la combinación de ambos modelos pues los dos enfoques se dan.

Así que mejor busquen la forma de apropiarse, fortalecer, desarrollar, ejercitar, experimentar esas habilidades del pensamiento. ¿Qué nos dicen los resultados de las evaluaciones a gran escala, nacionales e internacionales, como ENLACE, EXCALE y PISA? La ausencia de una comprensión lectora impide a los estudiantes traspolar las ideas a hechos reales y, a la inversa, los hechos reales traducirlas a ideas. Bien cuestionaba Piaget ¿Cómo pasar de un estadio de menor conocimiento a uno de mayor conocimiento? ¿Cómo transitar de las operaciones concretas a las operaciones formales? En su teoría recoge algunos principios fundamentales como asimilación, acomodación y equilibrio (en la vox populi le llamamos “ya me cayó el veinte”). Y, que a partir de de los quince años los sujetos desarrollan el proceso de la abstracción. De verdad, yo tengo mis dudas. Pero no sólo habilidades de pensamiento sino también ciertas actitudes y valores. Trabajar en equipo, crear, innovar, aceptar y respetar las opiniones de los demás, tolerancia, templanza. De todas ellas resalto:

Plantear problemas y proponer alternativas de solución factibles a los problemas más agudos y recurrentes del fenómeno educativo. ¿Y esto no tiene que ver con la investigación? Seguramente me preguntarán. Claro que sí. Por eso no creo que tengan escapatoria, por ello creo que debe evitarse la tirria hacia los fundamentos teóricos y metodológicos de la investigación y, para este caso, muy particularmente la investigación aplicada. No le hagan el fuchi a los cursos de metodología de la investigación. Por eso son muy apreciados los buenos asesores metodológicos o de investigación. El docente debe evitar la obsolescencia científica, debe estar al día de los avances científicos y tecnológicos. Por ejemplo, el uso de las redes sociales en el ambiente académico con fines educativos y pedagógicos. Carpe Diem. Es ocioso escribir en mi twitter, “estoy en un semáforo esperando la luz verde” o en el muro de mi face los invito a un reventón. Mejor ejemplo que los vistos en el medio oriente recientemente no puede haber.  
IV
Ustedes, los maestros de profesión y de grado
Por último, hablaré de ustedes. Ustedes me han despertado un conflicto al menos emocional. ¿Quiénes son ustedes? ¿Sujetos u objetos de formación? ¿Qué hacen ustedes aquí? ¿Para qué están aquí? ¿Por qué están aquí? ¿Cuál es su proyecto profesional inmediato, mediato y de largo alcance? Algunos de ustedes ya tienen una profesión y laboralmente les representa poco el estar aquí. O, ¿Se inscribieron por la obligación de este perfil para acceder a una plaza o un ascenso esclafonario? O ¿Por qué asumen la necesidad de capacitarse y actualizarse? ¿O por ambas cosas?  ¿Cuentan con el perfil requerido para tener la posibilidad de un beneficio laboral por las vías "legales" llámese doble plaza, incremento de horas, ascenso, cambio de clave y/o funciones? ¿Tienen una palanca que les asegure transitar por ese camino, despreocupados, y con la garantía de lograrlo? No cuestiono sus deseos de desarrollo laboral, es legítimo y válido, al contrario lo criticaría si fueran conformistas. ¿Qué lugar ocupa la ética, el amor por el magisterio, el respeto por la profesión docente, el amor a la educación, el respeto al sistema de educación pública? ¿En dónde quedó la mística? ¿Dejó de existir, se transformó? ¿En qué? ¿Ya es obsoleta, innecesaria? ¿Hacia donde transita esta profesión? ¿Hacia dónde la estamos llevando? ¿Qué debe hacerse para dignificar la profesión? ¿Qué debo evitar para no denigrarla? Quiero resaltar con ello la relevancia y trascendencia de la profesión docente. Darle un plus al ejercicio educativo cotidiano. No solo por honestidad profesional sino también con el compromiso social histórico propio de nuestra profesión. Privilegiando siempre y en todo momento la formación de mejores seres humanos capaces de echarse a cuestas la noble tarea de educar en su sentido más amplio, de incidir en el pensamiento y acción de los demás siempre en la búsqueda de un mundo mejor. Apropiense del título y del grado de maestro. Sean unos verdaderos maestros de la educación.

Palabras finales
Para finalizar permítanme cerrar con una síntesis de los puntos abordados en la plática de hoy:
1.- El estar con ustedes se debe a muchas razones, de índole personal y profesional, por un interés genuino en el tema educativo y académico. No está frente a ustedes el funcionario de los Servicios Educativos Integrados al Estado de México sino su compañero de profesión. Se ausentó el Coordinador Académico y de Operación Educativa y asistió un colega de ustedes.
2.- El Título de Profesor. Analicé la formación de los maestros desde una perspectiva histórica-social. El tránsito entre el Técnico de la Enseñanza hacia el Profesional de la Educación así como también la formación normalista versus universitaria.
3.- El Grado de Maestro en Educación. La actitud de los docentes ante los posgrados (especialización, maestría, doctorado y postdoctorado).
4.- Ausencias y presencias formativas de los Maestros de Formación y de Grado, las expectativas de los posgardos. Sus aprendizajes, sus “desaprendizajes”, sus no aprendizajes, los comos subsanarlos y la importancia de la investigación como herramienta poderosa para la transformación de la educación.
5.- La postura de nosotros los maestros, de ustedes, hacia la docencia, su posición como profesionales de la educación y el rol social de la educación. Específicamente:

“La concienciación de ustedes como sujetos y profesionales de la educación básica, pública y mexicana.”

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