Nota: El pasado once de julio del dos mil doce me extendieron una invitación para comentar dos libros. Al escribir las notas para mi intervención en ese evento tuve en mente las circunstancias en las cuales se da este evento: la instancia que lo organiza, la convocatoria de quien me invita, el motivo del evento, los actores principales quienes son los coautores, el auditorio quien asiste, el momento político en que se dio. Por ello, consideré ir más allá de comentar ambos textos y dirigir algún mensaje en función de este contexto. A continuación comparto lo que preparé para esa ocasión.
“Los académicos y su función socio-pedagógica
en la educación básica mexicana”
Muy buenas tardes
Agradezco en primera instancia a la Sección 36 del SNTE
particularmente al Secretario General, Mtro. Alberto Hernández Meneses, la
invitación a compartir este día de trabajo con ustedes los académicos. De
manera especial, al Mtro. Alejandro Reyes Bravo, un apreciable amigo y muy
apreciado por mí. 1983 parece lejano ya. Desde ese entonces, a mi llegada al
Valle de México desde las lejanas tierras cachanillas, cuando me incorporé al
magisterio siendo él Secretario de Trabajo y Conflictos le correspondió
recibirme en nombre de la organización sindical. La vida nos movió por diversos
espacios y en este peregrinar continuamos coincidiendo. La más reciente, hace tres
años y medio cuando el Mtro. Alberto nos citó para fines distintos a la misma
hora y en el mismo lugar. Otra vez la concurrencia y como dice la letra de una
canción tan significativa para mi… Tantos siglos, tantos mundo, tanto espacio y
coincidir. Alejandro, agradezco tus consideraciones, tu respeto, el brindarme
tu oído, tu hombro, tus sabios consejos. Buscaste y encontraste la forma de
influir a través de la expresión positiva sobre mi persona e incidiendo con
ello la conclusión natural de un ciclo. Gracias
amigo por tu amistad.
Ahora me dirijo a ustedes, a los integrantes del Grupo Técnico
Pedagógico de la Sección 36 a quienes los identifico genéricamente con el
nombre de Equipo Académico. Hemos sido compañeros de viaje con algunos de
ustedes, con casi todos. Siguiendo con la canción referida hace unos segundo:
Si la vida se sostiene por instantes, y un instante es el momento de existir.
Si tu vive otro instante no comprendo, tantos siglos tanto mundo, tanto
espacio… y coincidir. Ustedes han halagado mi ego y mi vanidad con sus
expresiones de simpatía a mi trabajo las cuales acepto con humildad. Han sido
muy generosos en elogios inmerecidos hacia mi persona. Al contrario, he sido yo
quien más ha ganado en esta relación porque he recibido sus enseñanzas. He
aprendido mucho con ustedes y de ustedes. Me he apropiado de sus cosmovisiones
en nuestros encuentros. Ustedes son intrínsecos a mi formación humana y
profesional. Como lo refiere mi pedagogo predilecto, la educación es una
relación dialógica. Mi gratitud sincera por ser parte de ese ejército de
personas que me han modelado o moldeado.
Para esta ocasión, fui invitado, originalmente, para comentar dos
textos de ustedes, de su coautoría.
1.- Los maestros de la libertad y
2.- Los maestros de la revolución que nos dieron educación
Comentar significa que hablaré sobre lo que escribieron y les
externaré algunas valoraciones personales sobre ello.
Abusando de su buena voluntad y agradeciendo de antemano su
comprensión me tomaré la licencia de abordar, brevemente, otros tópicos
estrechamente relacionados con su quehacer, el de ustedes, de su cercano pasado
profesional así como del presente y futuro en su calidad de integrantes de este
Equipo Académico. En otras palabras, les externaré mi opinión estrictamente
personal acerca de responsabilidad social que ustedes llevan implícito en su
rol académico.
He titulado esta exposición pública, frente a ustedes, de mis ideas
personales como “Los académicos y la función socio-pedagógica en la educación
básica mexicana” con la finalidad de compartirles las expectativas que me han
generado con su trabajo. Les adelanto que yo espero que ustedes sean la
conciencia pedagógica del sistema educativo formal de educación básica
mexicana, al menos mexiquense o, discúlpenme la altisonancia de la palabra,
pinchemente en el Valle de México.
Analizar su obra y exponerles mis expectativas sobre ustedes en su rol
próximo para coadyuvar a engrandecer la educación pública, el sistema de
educación básica y a enaltecer la función académica de los profesores.
Tengo planeado dedicarle 45 minutos a mi exposición o sesenta como m áximo. Sí los organizadores y el moderador lo consideran
necesario, se provocará el diálogo con ustedes a través de sus cuestionamiento
o posicionamientos.
Sé que el tiempo es insuficiente y seguramente quedarán en el tintero
algunas intervenciones de ustedes que se quedaron sin respuesta o no hubo ni
siquiera la oportunidad de canalizarlas apropiadamente. Me gustaría continuar
la charla con ustedes a través de los medios que tengo a mi alcance para este
fin. Sin más preámbulo, doy comienzo.
Leí con particular interés los dos libros:
Maestros de la libertad y Maestros de la Revolución que nos dieron
educación. Considero que es una obra seccionada en dos partes, en dos libros.
La lectura de ellos no me explica las razones para la elección o selección de
los personajes. ¿Por qué estos y no otros? ¿Quiénes faltan? ¿Quiénes faltan? Me
deja también con la duda sobre los porqués del orden en la cual se presentan.
Si es aleatorio. Yo hubiera esperado una línea del tiempo tomando en
consideración la fecha de nacimiento. O en orden cronológico de acuerdo con los
hechos nacionales más relevantes a juicio de algunos historiadores. No sé que
tanto facilitaría la lectura, motivaría al lector o facilitaría la comprensión
o sólo es mi sesgo según como me han y me he acercado a la historia. Analizar
esta obra me lleva a analizar una a una, cada una de las biografías. Y, por
supuesto, es muy evidente el matiz impuesto por cada uno de los autores. Es un
mosaico policromático de visiones muy personales de los autores no sólo en el
estilo y la redacción, también en la manera de prefigurar al personaje, de acercarse
a él, los ángulos desde donde se estudiará su vida y su obra. Y de nuevo, me
desvió en pensar en que se hubiese existido un delineamiento editorial para
permitir una obra articulada lo cual posiblemente hubiera empobrecido la vasta
diversidad de estilos de estudiar al personaje. Esa riqueza de matices merece
identificarlo más puntualmente: el contexto histórico, social, político,
educativo previo a su nacimiento; el legado póstumo de su obra; la aportación
directa o indirecta a la ciencia en general, a la pedagogía, a la educación, a
la educación pública, al sistema educativo, a la educación básica, a la
formación de docentes como categorías básicas de interés que resaltan a primera
vista; a explicar, somera o profundamente los porqués deberíamos conocer al
personaje, a la persona y al ser humano.
Conociendo, en mayor o menor medida, a ustedes, a su pensar, a su
estilo, algunos personajes me hubiera gustado que hubieran sido abordados por
otro de los autores para ampliar la perspectiva de análisis.
Insisto, en la diversidad de visiones, concepciones, está la riqueza
de cómo abordar el conocimiento de determinado personaje.
Indudablemente todo trabajo es perfectible. García Márquez decía en
algunas de las obras que ha publicado (12 cuentos peregrinos) que una vez
concluido un escrito no vuelve más a leerlo porque se convierte en un texto
inacabable y él nunca se encuentra totalmente satisfecho y siempre le encuentra
algo que modificar. Detecté algunos errores y vacíos. Sobre todo esto último,
ausencias. Reitero que es algo que existe en mi mente y nada más y no
necesariamente es una laguna editorial. Me explico, los Maestros de la libertad
abarcó todo un siglo, bien ordenado y clasificado, al arbitrio de quien
introdujo la obra. En contrapartida, Los maestros de la revolución que nos
dieron educación abraca sólo la primera mitad del siglo XX. Ustedes tienen la
culpa por dejarme “picado”, por despertar el interés del lector en ir un poco
más de lo ahí escrito. Porque la emancipación libertaria mexicana no concluyó
al término de la guerra de independencia así como tampoco la revolución
mexicana acaba con el periodo reconocido oficialmente como le época
revolucionaria.
Percibo tres planos distintos de análisis
Linealmente textual
Significativamente ortodoxo
Inferencialmente realista
El primero conlleva a una lectura lineal, la segunda a encontrarle un
sentido pedagógico fundamentalmente y el tercero a un ejercicio mental del
lector para traspolar hacia nuestros días el legado de los personajes.
Sugerir la lectura es lo menos que puedo decir, proponer un plano de
análisis también sería un sesgo de mi parte y sería las conclusiones sería
parcializadas, reduccionistas. Aclaro, es obligadamente recomendable su
lectura.
La dedicatoria merece un juicio aparte porque ahí se explica con gran
claridad y precisión cinco aspectos fundamentales de la lectura
1.- El contexto histórico de análisis por la celebración del
Bicentenario de la independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana.
2.- El propósito: la biografía, las obras y las enseñanzas de los más
connotaos maestros de esos periodos históricos.
3.- La finalidad, el fin último, romántico, trascendente, exhortativo
para el lector: leerlo pensando en el escribir y en el actuar.
4.- El objeto de estudio, los autores y los destinatarios
- Maestros selectos
- Escritos por maestros
- Para los maestros
5.- El mecenazgo más no el patrocinio porque no hay un interés de
comercio o de lucro sino un fin más noble. El SNTE y la Sección 36, como lo
dice la propia dedicatoria
- Siempre pensando en la grandeza de una organización que hace y
difunda cultura (define sus pretensiones) y el mecenas.
- Que educa para la grandeza (se reconoce a sí misma como una
organización educadora) .
- Trabajando permanentemente, sin descanso lo cual conlleva una
actividad constante.
- El lema que ha identificado en los años recientes a esta
organización sindical, convencido de que educar es el camino invitando a los
lectores a la reflexión de hacia donde conduce dicho camino.
No es un asunto menor poner en sus manos y en su cabeza el
cumplimiento de los fines organizacionales del gremio magisterial. Con Los
Maestros de la Libertad y los Maestros de la Revolución ustedes contribuyen a
los propósitos de la organización sindical.
Muy destacable, a mi parecer, resulta el prefacio de los Maestros de
la libertad que bien vale y se ajusta a los Maestros de la Revolución que deja
de lado este punto, para mí, muy valioso porque atrae la atención de los
lectores, anima su lectura.
Y en el principio eran los maestros… Ellos advirtieron que las cosas
no estaban bien; y osaron pensar que podían cambiar, que el principio para
derrotar el mal está en reconocerlo; además supieron encontrar los caminos para
hacerlo; aunque esos caminos pasaban por la cárcel, el destierro y el cadalso.
Más al final de todos sus caminos, estaba la victoria: su legado.
Es un mensaje de gran profundidad.
Y en el principio eran los maestros.
Maestro, cuanto encierra la palabra maestro. Maestro, en un principio
no era una profesión como hoy la conocemos, era un grado más no académico aún.
En diversas culturas se les conocía como gurús, sensei, guía, docto, sabio,
quien dejaba enseñanzas. En contraparte, el alumno, el aprendiz, discípulo. En
algunas instituciones y organizaciones, algunas históricamente prestigiadas y
reconocidas, el más alto reconocimiento es obtener el Grado de Maestro. Maestro
significa la conjunción, en una sola persona, del conocimiento y de la
experiencia. La sabiduría es la aplicación de la inteligencia en la experiencia
produciendo un mayor entendimiento. Se le considera maestros porque dejan
grandes enseñanzas.
La antítesis del conocimiento son los mitos, lo mítico, lo mitológico.
Prejuicios, infundios, lo contrario al raciocinio, a la ciencia. En la historia
de las culturas surgieron los filósofos como hombres racionales, fundamentales
para facilitar el tránsito del mito al logos, al conocimiento, a la ciencia.
Recrearon hasta la perfección la relación entre el maestro el discípulo y el
conocimiento. El alumno es orientado, encaminado, guiados por el guía.
Permítanme, por favor, las redundancias en aras de ser más didáctico y
explícito, de explicarme mejor. En la antigua Grecia, los pedagogos se
destacaron por encargarse de la enseñanza y de la educación de los niños. Eran
quienes llevaban a los alumnos al encuentro con el conocimiento. En un
principio, como inicia el prefacio, el pedagogo era los esclavos que se
ocupaban de conducir a los niños hacia el maestro, la fuente del saber y del
conocimiento, quien se encargaba de la enseñanza, de su formación de su
educación.
Educación y pedagogía están estrechamente vinculados de tal manera que
no puede entenderse la una sin la otra. Más importante resaltar la diferencia
del significado de los términos. Por un lado está la acción en sí misma de
educar a las personas (educación) y, por otro, la reflexión sobre esa acción
(pedagogía). Y ustedes pretenden pedagogizar un acontecimiento histórico,
reflexionar sobre ciertos acontecimientos de algunos personajes históricos, sus
acciones para encontrarle un sentido hacia la formación de los seres humanos,
una utilidad educativa, un sentido pedagógico.
En este mismo contexto, y paradójicamente, la mitología griega da
cuenta de un legendario héroe: Academo. Junto a su tumba, había un bosque
sagrado, alejado de Atenas, en donde Platón fundó la Hekademeia. Este nombre
evolucionó hasta lo que hoy conocemos como Academia.
La Academia Ateniense fundada por Platón fue una escuela filosófica
dedicada a investigar y ahondar en el conocimiento. Ahí se realizaban estudios
sobre las matemáticas, la medicina, la retórica, la astronomía. El lugar estaba
destinado a enaltecer a Atenea, la Diosa de la Sabiduría una de las doce diosas
del Olimpo y la hija predilecta de Zeus.
El Maestro, el conocimiento, el discípulo, la academia. El
conocimiento organizado por áreas, áreas del conocimiento, disciplinas
académicas. Y en el principio eran los maestros. El término de escuela proviene
del griego clásico, skholé y por mediación latina schola y en un principio se
contraponía al de academia porque era un lugar Curiosamente el significado original en griego
era de 'ocio, tranquilidad, tiempo libre', que luego derivó a aquello que se
hace durante el tiempo libre y, más concretamente, aquello que merece la pena
hacerse, de donde acabó significando 'estudio', por oposición a los juegos,
Ya para la edad media, la academia se concebía como el lugar en donde se reunían los maestros con los estudiantes. Dependiendo
del área disciplinar se le denominaban Academia Científica, Literaria,
Artísticas. En ese periodo histórico surgen las universidades.
El
término "universidad" se deriva del latín universitas magistrorum
et scholarium, que aproximadamente significa "comunidad de profesores
y académicos". Está comunidad profesaban algo en común, la libertad
académica y tenía la autoridad de otorgar grados académicos.
A partir de la Revolución Francesa, ya en la edad contemporánea, se
relaciona con el mundo intelectual sobre todo para referirse a los estudios
superiores de alguna especialidad en particular. Las academias son sociedades
científicas en donde se fomenta la actividad científica. Así que están
estrechamente vinculados también el académico y el intelectual. Los maestros
para ser considerados como tales deben poseer la cualidad intelectual. Del
intelecto, de la inteligencia. En cierta forma los maestros y los académicos
son intelectuales. Saben leer la realidad porque tienen la capacidad de
analizarla, sintetizarla. Estudian y reflexionan la realidad social. Con sus
ideas influyen en los demás para transformarlas. De ahí su importancia, de ahí
su poder. Los intelectuales deben poseer las cualidades de objetividad,
imaginación, serenidad en el juicio.
Siglos después, muchos otros teóricos abundaron sobre ello. Son
clásicos, por ejemplo el trabajo de Max Weber sobre el político y el científico
o más recientemente el trabajo de Pierre Bordieu sobre el mundo académico de
los académicos.
Hoy en día, los profesores como profesionales de la enseñanza, como
encargados de la formación de sus pupilos, a los profesores, como educadores dado que llevan a
cabo un proceso educativo y en sentido estricto educan personas, se les asocia
históricamente con el término de maestro, tanto que se consideran sinónimos, como he relatado anteriormente. Es aceptado socialmente ese vínculo hasta
hacerlo imperceptible el rol del profesor y del maestro. Académicamente para obtener el
grado de maestro debe cursarse un nivel académico superior. Una maestría para
ejercer la profesión de profesor con maestría. Enseñar como maestro.
Académicamente Ser maestro es un grado superior al de profesor.
Incluso, en la vox populi es común escuchar que la práctica hace al
maestro y otro dicen que el estudio hace el maestro. Y yo digo que el estudio y
la práctica hacen al maestro.
Hoy en día también se concibe a la educación como una plataforma de
transformación social y, por extensión, a los educadores, maestros, profesores
como uno de los actores centrales de esa transformación social.
Las asociaciones profesionales de educadores, la Academia de
Profesores, o para ser digna de ser considerada de orden superior deben
desarrollar tres funciones sustantivas: docencia, investigación y difusión.
Quienes ejercemos la docencia en educación básica somos muy afortunados. El
estado nos confiere un título y nos otorga la licencia de ejercer ese título.
Socialmente se le llama educadoras a quienes lo ejercen en el nivel de
preescolar, profesores en primaria y maestro en secundaria. Genéricamente a los
educadores, profesores y maestros la sociedad los distingue con el título de
maestro.
Esta fortuna, la profesión de enseñar, quienes la ejercemos, tenemos ante nosotros una gran responsabilidad social de ejercerla con ética
y moral. Actualmente ya está superada la visión de que
el profesor es el mero transmisor del conocimiento, el del pedagogo en su sentido
original quien conduce a los maestros que poseen el conocimiento hacia el
conocimiento. La pedagogía ya es concebida algo más que una arte y una
reflexión, es una ciencia. En el siglo XX hubo una corriente de pensamiento que
la consideró incluso como la ciencia de la educación. Otros, siendo más puristas,
encontraron que no era una sino varias ciencias convergentes del hecho pedagógico por ello le denominaron las Ciencias de
la Educación. La profesión de enseñar es eso y no se reduce sólo a la técnica.
Es pensamiento y acción. Es teoría y método. Es epistemología y metodología. Es teoría y praxis. Los profesores somos y
debemos ser científicos de la educación. La actividad del maestro es el
magisterio. Lo que une a los maestros es lo relativo a la academia y a la
educación. Somos el gremio magisterial.
Ahora bien, ustedes están directamente involucrados en el gremio
magisterial, hacen del magisterio su actividad cotidiana. Enseñan, investigan y
difunden la cultura. Son verdaderos profesionales de la enseñanza. Son
realmente maestros. Quizá algunos de ustedes continúan ejerciendo la docencia,
otros han incursionado en el ámbito de la administración de las escuelas y
tienen como tarea central hacer que ocurra la educación de la mejor manera, hacen de la escuela un centro de gestión de los aprendizajes. Unos más se
abocan a la tutoría y a la asesoría pedagógica y/educativa y su función se le
conoce como asesores técnicos pedagógicos. Al margen de ello, ustedes también
fingen… perdón, fungen como miembros de un Grupo Técnico Pedagógico. Algunos,
entre ellos quien tiene la palabra como lo señalé anteriormente, los
identificamos como integrantes del Grupo Académico de la Sección 36 del SNTE.
Ustedes han venido cumpliendo con la encomienda de asesorar a la organización
sindical en asuntos y temas pedagógicos y educativos. Ya sea indagando,
proponiendo, implementado/implantando/llevando a la práctica métodos, técnicas
e instrumentos educativos e incluso valorando o evaluando la pertinencia y
viabilidad de dichas teorías y prácticas en nuestro quehacer cotidiano. Evidencias de su trabajo las hay a raudales
una de ellas es por la cual nos encontramos hoy en día aquí reunidos. Otro más,
su participación en el Congreso de Educación. Ustedes tienen, espero, más claro
que un servidor su trabajo académico y la vinculación en su rol como docentes, asesores, gestores y miembros de una organización sindical.
Retomo de nueva cuenta otro fragmento del prefacio, detonante de esta
reflexión, “ellos (los maestros) advirtieron que las cosas no estaban bien”. En
otras palabras, ustedes ya tienen un diagnóstico de lo que funciona y de lo que
no, lo que debe cambiarse y lo que no, lo que debiera incorporarse o no, en el
sistema formal de la educación pública básica. Siguiendo con el curso del prefacio. “Y osaron pensar que podían
cambiar”.
Ustedes se han atrevido, y debieran atreverse si no lo han hecho aún, en modificar el statu quo, el estado educativo de las cosas. Revelen pensamientos y rebelen conductas. Con la insistencia y sin la terquedad, con la humildad sin la soberbia, porque ustedes tienen su origen en esa realidad social que interpretan y pretenden transformar. Ustedes tienen la autoridad académica para hacerlo. Ustedes se han apropiado y cuentan con las soluciones a los problemas más recurrentes, sentidos o sensibles. La legitimidad de su pensamiento y de sus acciones.
Ya expresaron la famosa exclamación de Arquímedes: ¡Eureka! Ya
previnieron la necesidad de una palanca y un punto de apoyo para mover el
mundo.
Una parte más del prefacio: “Ya supieron encontrar los caminos para
hacerlo; aunque esos caminos pasaban por la cárcel, el destierro y el cadalso”.
Para ustedes, en su cotidianidad, en su quehacer académico cotidiano,
metafóricamente con ¿cual elemento asocian la cárcel? El impedirles la
movilización intelectual, académico, magisterial. Recuerden que las ideas sólo
podrán impedir su libre tránsito quien la produce, o sease ustedes. Nadie puede
impedírselo siempre y cuando se apeguen al marco de legalidad, ética y moral.
¿Y el destierro? ¿y el cadalso? Que precio están pagando o están dispuestos a
pagar para lograr los propósitos más sublimes y nobles en su papel como
académicos, pedagogos, maestros, intelectuales.
Y termino con la oración final del prefacio. “Más al final de todos
sus caminos, estaba la victoria: su legado.” Les pregunto ¿Cuál es su
aportación a la actividad académica? Una muestra palpable, objetiva es su
producción en estos dos libros.
Con ello pueden estar felices, alegres, celebrando. Satisfechos
parcialmente. No sean conformistas y tampoco consideren este logro como una dicha
plena. ¿Ya cubrieron las expectativas con esta tarea encomendada y bien
cumplida? ¿Ya lograron su misión en esta vida? ¿cuál es su proyecto personal, de
vida? ¿Cuál es su proyecto profesional? ¿Ya es todo lo que pueden dar y
aportar a la ciencia social, a la academia, a la pedagogía y a la educación? ¿Ya cerraron su ciclo laboral? ¿Hasta aquí llegaron sus esfuerzos y buenas intenciones? ¿hasta aquí se quedaron en el esfuerzo?
¿cómo y en dónde pondrán al servicio de la educación pública, formal y básica
sus conocimientos y experiencia? ¿Cuál es y será su espacio de desarrollo personal?
¿Aquí concluye su transitar por los caminos magisteriales? ¿qué sigue en su horizonte profesional? ¿En dónde se encuentra la tierra prometida? ¿o todavía no la visualizan siquiera? ¿en
dónde está su mundo académico de ustedes los académicos?
Se ha descrito hasta la saciedad las características de la realidad y
el tiempo educativo que nos ha tocado vivir. Percibimos los males que nos
aquejan. Hemos identificado a los actores y a los proyectos implicados. Hemos
propuesto mejoras. Hemos incidido en la realidad. Más la insatisfacción sigue presente. Reconocemos que no hemos hecho lo suficiente o lo necesario para
formar pertinentemente a nuestros alumnos, no los hemos conducido de acuerdo a
las circunstancias actuales, es necesario mejora la educación y coadyuvar con
ello a la transformación de la sociedad a la cual nos debemos. ¿Qué debemos
hacer? Hagamos lo que nos dicte el corazón y la razón, la emoción y el
entendimiento. La relevancia de nuestra labor académica así nos lo exigen.
En las Odas de Horacio (I,11), el poeta romano refiere la locución
latina Carpe
diem quam minimum credula postero. Esta frase la podemos traducir como: Vive cada momento de tu vida como si fuera
el último. Es una exhortación a no
dejar pasar el tiempo que se nos ha brindado, malgastándolo en superficialidades insubstanciales. Alude también a
la actitud de vivir intensamente cada instante, de afrontar la vida con
optimismo y alegría. Seguramente ustedes recordarán la película de 1990, la
Sociedad de los Poetas Muertos, en la cual se muestra como un profesor de poesía
intenta motivar a sus alumnos con este concepto latino buscando en sus mentes y
promoviendo una actitud activa por parte de ellos. Para su entendimiento y
beneficio se requiere el uso de la razón para anticiparse a las consecuencias.
Con
razón y de corazón les digo, Carpe Diem quam minimun crédula postero.
Gracias
por su atención.
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